Seamos honestos: Nina Simone no era solo una música, era una fuerza de la naturaleza. Su arte no se trataba de encajar en géneros, sino de contar su historia, nuestra historia, la historia del mundo. Con una voz capaz de romperte el alma y una destreza al piano que dejaba a cualquiera sin palabras, Nina mezcló el jazz, el soul, el blues y la música clásica como nadie más.

Nació en 1933 en Tryon, Carolina del Norte, bajo el nombre de Eunice Kathleen Waymon. Desde los tres años ya tocaba el piano de oído, dejando a su comunidad boquiabierta con su talento para interpretar piezas clásicas complejas. Su gran sueño era convertirse en la primera pianista clásica negra, pero el racismo sistémico le cerró muchas puertas.

A pesar de su talento extraordinario, el Instituto Curtis de Música en Filadelfia le negó la admisión. Así que Nina, en lugar de rendirse, encontró su camino en los clubes de jazz. Tocaba por propinas, fusionando su formación clásica con la crudeza del blues y la energía del jazz. En medio del humo y el bullicio de esos clubes, nació Nina Simone. Su nombre artístico surgió de un apodo cariñoso que le puso un novio ("Nina", que significa "pequeña") y de su admiración por la actriz francesa Simone Signoret.

Pero su música no se trataba solo de crear éxitos, sino de enviar mensajes poderosos. Discos como Little Girl Blue y Nina Simone Sings the Blues son oro puro. Nina tenía el don de tomar una canción sencilla y convertirla en algo inolvidable.

Su talento para reinventar canciones era único. Feeling Good, por ejemplo, pasó de ser un tema de Broadway a convertirse en un himno de los derechos civiles. Lo mismo con Strange Fruit, su estremecedora versión del clásico sobre el linchamiento de afroamericanos en EE.UU. Su valentía era inquebrantable: incrustó su música con la urgencia del activismo sin perder ni un gramo de su genialidad artística.

Pero si hay una canción que realmente la define, es Mississippi Goddam. Publicada en 1964, fue su respuesta incendiaria al asesinato de líderes del movimiento por los derechos civiles y al racismo feroz de Estados Unidos. Esa canción no era solo música, era un grito de guerra. Y le costó caro: perdió contratos, fue censurada y sufrió daños permanentes en sus cuerdas vocales.

Las influencias de Nina eran tan diversas como su música. Desde Johann Sebastian Bach, cuya precisión y estructura clásica marcaron su estilo, hasta Billie Holiday y Duke Ellington, quienes le enseñaron la libertad del jazz. También absorbió la fuerza del góspel, los espirituales afroamericanos y los ritmos africanos, elementos que incorporó más adelante en su obra para reconectar con sus raíces.

Su proceso creativo estaba impulsado por la emoción y la convicción. No solo componía con maestría técnica, sino que canalizaba sus experiencias y creencias en cada nota.

Sus canciones casi siempre nacían de una causa que la conmovía profundamente. Luego, con una precisión quirúrgica, construía arreglos que fusionaban estructuras clásicas con la espontaneidad del jazz o la intensidad del blues. Sus presentaciones no eran simples conciertos; eran diálogos profundos con su público, momentos de verdad desnuda.

Nina Simone actuando en el Festival de Jazz de Montreux 1976

Para Nina, el arte y el activismo eran inseparables. Lo dejó claro cuando afirmó: "El deber de un artista es reflejar la época en la que vive." Esta frase se convirtió en su mantra, y bajo ese principio creó canciones que dieron voz a las luchas y victorias de la comunidad negra.

Sus actuaciones en vivo eran legendarias. Nina no necesitaba grandes escenarios ni efectos especiales: con una sola nota o una mirada, capturaba toda la atención. Su presentación en el Festival de Jazz de Montreux en 1976 es un testimonio de su intensidad cruda y su poder sin concesiones. Abrió con I Wish I Knew How It Would Feel to Be Free, una canción que resumía a la perfección su anhelo de liberación.

Otro momento inolvidable fue su concierto en el Carnegie Hall en 1965. Interpretó Four Women, una canción que explora la intersección entre raza y género, y dejó al público en un silencio sobrecogedor. Su voz no solo transmitía dolor, sino también resistencia y desafío.

Pero si hay una presentación que encapsula la esencia de Nina Simone, es la del Festival Cultural de Harlem de 1969, el legendario Black Woodstock. No fue solo un concierto, fue una celebración del orgullo y la identidad negra en un momento de crisis en Estados Unidos.

Nina subió al escenario con la majestuosidad de una reina y cantó To Be Young, Gifted and Black, un himno de empoderamiento. Y cuando preguntó al público: "¿Están listos para destruir las cosas de los blancos, para quemar edificios?", no era una simple provocación; era un llamado a la acción.

Esa actuación resumió todo lo que representaba: verdad, poder y la inquebrantable lucha del pueblo negro.

Nina Simone @ Harlem Festival Cultural De 1969

El impacto de Nina Simone trasciende la música. No fue solo una artista, fue una revolucionaria, una narradora de verdades que usó su voz como arma de justicia. Nos enseñó que la música puede ser bella y brutal, desgarradora y esperanzadora al mismo tiempo. Nos hizo sentir, pensar y actuar.

Si miramos hacia atrás en su vida, su genialidad no radicaba solo en su talento musical, sino en su capacidad de transformar su dolor, esperanza y rabia en canciones que siguen siendo eternas. Hoy, su legado sigue vivo en cada artista que usa su plataforma para hablar de las injusticias del mundo. Y para el resto de nosotros, su música nos deja una lección que nunca deberíamos olvidar: como ella misma dijo una vez, "La libertad es no tener miedo."

EXTRAS

Libro a leer: : “I Put a Spell on You: La Autobiografía de Nina Simone”

Esta autobiografía ofrece una ventana al alma de Simone y narra su viaje desde una joven con sueños de grandeza clásica hasta un ícono global de la música y el activismo. El libro explora sus triunfos, sus luchas con la salud mental y su incansable dedicación a la justicia.Es una lectura esencial para cualquiera que busque comprender a la mujer detrás de la música.

Documental a ver: : "Lo Que Pasó, Miss Simone?"

Dirigido por Liz Garbus, este documental de Netflix de 2015 profundiza en la vida de Simone a través de imágenes de archivo, entrevistas y cartas personales. Pinta un retrato de una artista brillante y compleja que luchó contra la fama, los demonios personales y el peso de su activismo. La película captura su genio mientras enfrenta los desafíos que enfrentó como mujer negra decidida a decir la verdad.