Hay discos que llegan como revoluciones silenciosas, susurradas al mundo, con una timidez envolvente, casi imperceptible. Y luego están discos como Zombie: un álbum que más allá de llegar, irrumpió de golpe, con los puños en alto, los dientes apretados y una intención clarísima—declarar la guerra a una maquinaria militar que se creía intocable. Cuando Fela Kuti y Africa 70 publicaron Zombie en la Nigeria de 1976, el país vivía un super social extraño: la guerra civil había terminado, pero sus fantasmas seguían habitando las calles, la dictadura militar apretaba el cerco y el día a día en Lagos, oscilaba entre la creatividad explosiva y el miedo autoritario. Para entonces, Fela ya se había convertido en el cronista perfecto de ese momento, a través de la sinergia entre sus dotes chamánicas, su dirección orquestal y su agitación política. De esa confluencia identitaria , Zombie se erigió como el punto exacto de fusión para desplegar algo imparable, donde Fela supo plasmar sus influencias musicales que iban desde la espiritualidad yoruba, el jazz de Coltrane y Pharoah Sanders, la disciplina funk de James Brown, junto al vaivén del highlife, para inscribir su propia obsesión por construir esos paisajes sonoros característicos y , en su momento , exclusivos del Afrobeat. De este modo Fela supo absorber y canalizar, a través de la música, la rabia y la resistencia de un pueblo cansado de obedecer y ser reprimido.

Cuando Kuti entró al estudio para grabar Zombie, ya había sobrevivido a unas cuantas redadas, sufrido algún que otro arresto y era sujeto de vigilancia constante por parte las autoridades. Su auto proclamada República de Kalakuta, una comuna, mezcla centro espiritual y laboratorio creativo en su propia casa, constituía una amenaza constante para las fuerzas militares donde su presión ejercida, no solo no intimidaba a Fela, sino que lo afilaba aún más. Las sesiones de grabación fueron intensas, casi místicas, sostenidas por la telepatía entre Fela y Tony Allen, batería y co-fundador del estilo musical Afrobeat junto a Kuti, impulsadas por la sección de metales y por la disciplina rítmica de la formación Africa 70, una banda transformada de manera orgánica en solo organismo con cuarenta pulmones y un único latido. La grabación se repartió entre Lagos y los estudios Decca,por aquel entonces refugio de música insurgente. Cada tema se estiraba como un mantra extático. Fela dirigía con mano firme, pero dejaba espacios que permitían improvisar, explorar posibilidades rítmicas que cualquier productor occidental habría podado. No hubo estrellas invitadas. No hubo colaboraciones vistosas. Solo una familia musical con una misión compartida: usar la música como confrontación directa ante la injusticia.

En su formato original de dos temas, Zombie es una cátedra de cómo los loops se convierten en revelación. Su primer tema, que además da el titulo al album, arranca con una burla marcial: metales que ladran como sargentos y la batería con ritmo casi militarizada de Allen marcando el paso. La voz de Fela entra venenosa, transformando la sátira en un arma arrojadiza. Llama “zombis” a los soldados identificando su carácter gregario de obedecer, marchar, y golpear sin pensar, con la excusa de estar obedeciendo órdenes. Una expresión musical nada sutil, entre otros motivos porque no tenía por qué serlo, con un aura de agitación funkosa e insurgente, dura, frontal y sin miedo. A medida que el groove profundiza, la banda entera se convierte en una acusación sonora. Las voces responden como cánticos callejeros; los metales suenan a sirena; las guitarras cortan las ondas sonoras como machetes abriendo camino nuevo. Sus casi trece minutos funcionan como un exorcismo, expulsando al aire toda la rabia de un pueblo sometido.

En la cara B, “Mister Follow Follow” amplifica esa crítica. Aquí no solo apunta a los soldados: también a cualquier ciudadano que decide seguir sin pensar o cuestionar la realidad opresiva. El ritmo es más suelto, engañosamente cálido, pero bajo la superficie reside la fiereza combativa. Fela advierte sobre los peligros asociados a la obediencia ciega sin autocrítica , un mensaje que, lamentable y dolorosamente sigue estando vigente actualmente a nivel mundial. Musicalmente, la elasticidad de la formación Africa 70 brilla: los instrumentos de metal como saxos y trompetas, se deslizan como aceite caliente, las guitarras tejen patrones hipnóticos, y Tony Allen despliega ritmos a la batería con precisión de un matemática. La canción crece lenta y gradualmente, como el calor de Lagos acumulándose en el asfalto, hasta desembocar en un mantra que se queda flotando incluso después de que se levante la aguja del vinilo.

Si se observan los dos temass, ambos determinan una de las declaraciones políticas más contundentes jamás prensadas en vinilo ya que no solo critican: iluminan. No solo acompañan la resistencia: son resistencia. Y como suele pasar cuando un artista dice demasiada verdades, la contra respuesta fue brutal. Tras su lanzamiento, Zombie se propagó rápido como el fuego vivo, primero por Nigeria, luego por Ghana, Benín, Senegal y finalmente Europa y Estados Unidos, especialmente gracias a las reediciones internacionales del 77 y 78. En Londres y París, los DJs trataban el disco como si fuera escritura clandestina. En América, músicos de jazz y funk reconocieron en Fela a un cómplice en la demolición de estructuras de poder. Pero el gobierno militar nigeriano lo tomó como una provocación directa. En 1977, los soldados atacaron Kalakuta, poniendo en riesgo directo la vida de Fela que casi muere a golpes y lanzaron a su madre, Funmilayo Ransome-Kuti—ícono revolucionario—por una ventana. Lamentablemente, su madre falleció más tarde a consecuencia de las heridas causadas en el ataque. Ante lo que Fela respondió de la mejor manera que él sabia: con más música y más verdad.

Décadas después, Zombie sigue siendo no solo un pilar del Afrobeat, sino un acto artístico de valentía absoluta. Su musicalidad es irrefutable—solo los arreglos de los metales ya lo colocan en el Olimpo musical. Pero su verdadero poder está en la negación a separar el groove de la lucha, el ritmo de la resistencia. Es una música creada con columna vertebral tatuada a fuego y con hierro. Aunque el album nació en un momento político específico, su eco ha resonado mucho más allá del Lagos de 1976. Si lo escuchas hoy en día encontrarás sus huellas en los movimientos de protesta contemporáneos, en el spoken word combativo de los valientes que alzan la voz, en el jazz actual, en el funk global y en el hip-hop más incisivo. Fela no fue un adelantado a su época; si no un arquitecto lingüístico capaz de fabricar un lenguaje futuro para que la música pudiera desafiar al abuso del poder establecido en toda sus acepciones.

Para quien se acerque por primera vez, o regrese después de años, la escucha de este disco sigue siendo obligatoria entre otros motivos porque es una de las expresiones más puras de la arquitectura del Afrobeat—extendida, compleja, sin concesiones; es un una brújula maestra de música política, demostrando que el groove puede cargar con crítica sin perder su pulso; su virtuosismo es descomunal, especialmente la batería de Tony Allen y la precisión acrobática de los instrumentos de metal; y porque se conforma como un un documento histórico vivo, un retrato sonoro de un pueblo luchando por dignidad frente a la represión.

Zombie no es música para poner de fondo. Es frontera y manifiesto, es una bengala de liberación interior encendida. Pon la aguja en los surcos del album , y podrás sentir su peligro aún fresco y en el mejor de los sentidos.

Lista de Temas — Fela Kuti: Zombie (1976)

1. Zombie

2. Mister Follow Follow