A principios de los años 60, la escena musical latina en Nueva York estaba en plena transformación. La diáspora caribeña—con ritmos afro-cubanos, la bomba y plena puertorriqueñas y el merengue dominicano—buscaba una identidad sonora propia, algo que reflejara su lucha, su alegría y su vida en los barrios latinos de la ciudad. Fue en este contexto que nació Fania Records en 1964, de la mano del talentoso flautista y director de orquesta dominicano Johnny Pacheco y el exabogado neoyorquino Jerry Masucci, un apasionado de la música latina.

Pacheco and Masucci

Fania empezó como un sello modesto, pero con una misión clara: darle una plataforma a la nueva ola de sonidos latinos que estaba surgiendo en Nueva York. Pacheco tenía el oído y la visión musical; Masucci tenía el instinto empresarial y la ambición para convertir esa visión en un imperio. Juntos, pusieron la primera piedra de lo que se convertiría en la casa disquera más influyente de la historia de la salsa.

Las primeras grabaciones de Fania mezclaban el son montuno cubano, el boogaloo y el jazz latino, capturando la efervescencia de la época. Sin embargo, el verdadero golpe maestro llegó en 1968 cuando Pacheco y Masucci decidieron reunir a los mejores músicos del sello en una gran orquesta: nacía la Fania All Stars, un proyecto que revolucionaría la música latina para siempre y daría nombre a un nuevo género: la salsa.

Para los años 70, Fania ya era una fuerza imparable. La Fania All Stars debutó en vivo en 1968 en el Red Garter Club de Nueva York, pero el punto de inflexión llegó en 1971 con el icónico concierto en el Cheetah Club. Este evento, grabado en vivo y publicado como Live at the Cheetah, capturó una energía cruda y una interacción explosiva entre músicos y público, algo nunca antes escuchado en la música latina. La salsa había nacido oficialmente con su característico sonido: raíces cubanas, improvisaciones ardientes, secciones de metales poderosas y un espíritu callejero inconfundible.

A partir de ese momento, Fania se convirtió en el epicentro de la salsa, con un elenco de artistas legendarios que definieron el género: Willie Colón, Héctor Lavoe, Celia Cruz, Rubén Blades, Ray Barretto, Eddie Palmieri, Cheo Feliciano y muchos más. Discos como El Malo (Willie Colón, 1967), Siembra (Rubén Blades & Willie Colón, 1978) y Celia & Johnny (Celia Cruz & Johnny Pacheco, 1974) se volvieron clásicos instantáneos y marcaron el sonido de la salsa para las generaciones venideras.

Uno de los momentos más emblemáticos de la época dorada de Fania fue el concierto en el Yankee Stadium en 1973, donde la Fania All Stars tocó frente a más de 40,000 personas. Este fue un hito no solo para la música latina, sino para la identidad latina en Estados Unidos. La salsa no era solo un género musical; era un movimiento cultural que trascendía fronteras.

El éxito de Fania también llegó a nivel global, llevando la salsa a lugares como África, Europa y Japón. Grabaron discos en el Harlem hispano, Puerto Rico y hasta en el Congo, fusionando sonidos de diferentes culturas y demostrando que la salsa era un idioma universal. Para finales de los 70, Fania era conocida como el “Motown latino”, dominando el mercado y definiendo el sonido de toda una generación.

Pero todo imperio tiene su declive. A finales de los 70 y principios de los 80, la era dorada de Fania comenzó a desmoronarse. Uno de los principales motivos fue la gestión empresarial de Jerry Masucci. Aunque fue clave en la expansión del sello, también era conocido por su control absoluto sobre las finanzas y los contratos de los artistas. Muchos músicos denunciaban pagos injustos y falta de reconocimiento por sus contribuciones.

El carismático Héctor Lavoe, una de las voces más icónicas de la salsa, cayó en una espiral de adicción y problemas de salud mental, reflejando el caos interno que vivía la compañía. Willie Colón y Rubén Blades, dos de las mayores estrellas del sello, decidieron seguir caminos independientes, dejando un vacío creativo en Fania.

Con la llegada de los 90, la salsa empezó a perder terreno ante nuevas tendencias musicales como el merengue pop y, más adelante, el reggaetón. La muerte de Celia Cruz en 2003 y de Ray Barretto en 2006 marcaron el fin simbólico de una era. Como dijo un músico en aquella época:

“Fania era demasiado grande para fracasar… pero también era demasiado grande para durar.”

Para los años 90, Fania Records era solo una sombra de lo que fue. Los derechos de su vasto catálogo pasaron de mano en mano, y su antiguo imperio quedó relegado a la nostalgia.

Pero si crees que la historia de Fania terminó con su caída, te equivocas. Su legado sigue más vivo que nunca. Sin Fania, no existirían artistas como Marc Anthony, Romeo Santos o Bad Bunny sampleando clásicos salseros. La influencia de sus artistas, discos y sonido sigue marcando la música latina actual.

Primero, la salsa nunca murió—simplemente evolucionó. Los ritmos, las narrativas y las secciones de metales que Fania popularizó siguen presentes en la música de hoy. Desde Nueva York hasta Cali, la salsa sigue sonando en clubes, festivales y radios de todo el mundo.

Segundo, la Fania All Stars sentó un precedente para las colaboraciones en la música latina. La idea de reunir a los mejores músicos bajo un mismo sello fue una fórmula ganadora que inspiró a futuras generaciones. Sellos de reggaetón como Pina Records o Rimas Entertainment siguen ese mismo modelo de comunidad artística que Fania instauró.

Y finalmente, el catálogo de Fania es un tesoro cultural. La reedición de sus discos sigue atrayendo a nuevas generaciones, haciendo que clásicos como El Cantante de Héctor Lavoe, Pedro Navaja de Rubén Blades o Quítate Tú de la Fania All Stars sigan vigentes.

Por lo tanto, si amas la música latina, si alguna vez has bailado salsa, si alguna vez has sentido la energía de una sección de metales golpeando justo en el momento perfecto—le debes eso a Fania. Ellos no solo crearon un sello discográfico; construyeron un movimiento.

Ahora, hazte un favor: busca un disco de Fania, sube el volumen y deja que el ritmo te lleve. Porque aunque la disquera haya desaparecido, su música vivirá para siempre.